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Cada semana leeremos un cuento o un poema de algún autor hispano.
Te invito a participar de la siguiente manera:
1. Escoge un cuento, poema, o ensayo de la lista de autores que aparece en la columna del lado derecho del blog. Para encontrar un ejemplo, haz clic aquí.
2. Después de leer el material elegido, crea una historia usando las ocho palabras que el grupo ¿Y... qué me cuentas? escogió en clase, o escoge otras ocho palabras de la lectura que quieras practicar. Para encontrar un ejemplo, haz clic aquí.
3. Sube tu historia usando el enlace de comentarios ("comments"). Lo encontrarás al final de cada lectura.
No temas cometer errores en tu historia. Yo estoy aquí para ayudarte. Tan pronto subas tu historia, yo te mandaré mis comentarios.
¿Estás listo? ¡ Adelante!

Escuchen los ipods de

Y…¿qué me cuentas?

Este video muestra el momento en el que los estudiantes de

Y…¿qué me cuentas?

crean una historia usando ocho palabras extraídas de un cuento previamente leído en clase.

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Y…¿qué me cuentas?

Recomendación al Gobierno de México por parte del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (CCIME) durante su XVII reunión ordinaria.

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Saturday, July 31, 2010

"La noche de los feos", by Mario Benedetti




La noche de los feos
Mario Benedetti

1


Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.

Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.

Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.

Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.

Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.

Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.

La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.

La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.

Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.

"¿Qué está pensando?", pregunté.

Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.

"Un lugar común", dijo. "Tal para cual".

Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.

"Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?"

"Sí", dijo, todavía mirándome.

"Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida."

"Sí."

Por primera vez no pudo sostener mi mirada.

"Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo."

"¿Algo cómo qué?"

"Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad."

Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas.

"Prométame no tomarme como un chiflado."

"Prometo."

"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?"
"No."
"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?"

Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.

"Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."

Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico.

"Vamos", dijo.

2
No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.

Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.

En ese instante comprendí que debía arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso. No éramos eso.

Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.

Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.

Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble.

Friday, July 30, 2010

Como poner acentos y la "ñ" en la computadora

Spanish keyboard layoutImage via Wikipedia

Thank you Carolyn for sending us this valuable information!




Here is a summary of ways I have found to type Spanish accents and other characters.

1) Hold down the Alt key while typing 3 digits on the number pad.
2) Hold down the FN key on your laptop and use the numbers printed on top of the letters on your laptop (J, etc.). This works just like the Alt key with the number pad.
3) To put an accent over any letter, hold down the Ctrl key, type ', then the letter and release the Ctrl key. You can even make the ñ like this in Word, but you have to hold the shift key down to get the squiggle, then release it to get the lower case n - kind of troublesome, but it will work. Note that none of this seems to work in an email, although the numeric sequences work in emails. You will still need the numbers for ¿ and ¡. This works on both laptops and pc's.
4) Install the US English International keyboard
5) Insert symbols for the letters with accents (In Word - Insert | Symbol, then choose the one you want)
6) Change to the Spanish keyboard
7) Create a custom keyboard

Here are some numeric sequences:

alt + 160= á
alt + 130= é
alt + 144= É
alt + 161= í
alt + 162= ó
alt + 163= ú
alt + 164= ñ
alt + 165= Ñ
alt + 168= ¿
alt + 173= ¡
alt + 174= «
alt + 175= »

A more comprehensive list, and intructions for changing the keyboard layout can be found at:
http://modlang.boisestate.edu/mlrcfolder/accents.htm

Another source is:
http://www.conted.und.edu/Bbsix/courses/typespanish.html

I do not have a Mac, but it seems that the key used is different. This is explained in the links.

Thanks again for all your help. I love the class and it is very helpful.

Carolyn
Enhanced by Zemanta

Wednesday, July 28, 2010

"Manos Muertas", by Jorge Ibargüengoitia

The eight words that the "Y qué me cuentas" group! chose after reading "Manos Muertas" are:
Los relampagos de agosto (Spanish Edition)

 1. Harapienta
 2. Pasillo
3. Bicoca
4. Manzana
5. Tartamudear
6. A secas
7. Fingir
8. Sobornar

The story created (with mistakes included in parenthesis)  is as follows:

"Había una vez en un pasillo de mi edificio de oficinas una mujer harapienta que (habló) me preguntó tartamudeando: "co..co...cómo ssse...lla...lla...llama...?" dijo. Fingí no oirla mientras comía una manzana. "Co...co..cómo se..se...se.... lla...llama?", gritó. "Me llamo Cher", le respondí. "Cher quién?", volvió a preguntarme. "Cher a secas", contesté. Ella me dijo: "Bueno, Ch..Ch...Cher. (me sobornar con una bicoca) Por una bicoca limpiaré su oficina y también (levantaré) limpiaré las ventanas". Rechacé la oferta por (ser un) sospechar que sea un soborno para entrar en mi oficina."

The story without the mistakes is:

"Había una vez en un pasillo de mi edificio de oficinas una mujer harapienta que me preguntó tartamudeando:  "co..co...cómo...ssse...lla...lla...llama...?" dijo. Fingí no oirla mientras comía una manzana.  "Co...co..cómo se..se...se.... lla...llama?", gritó. "Me llamo Cher", le respondí. "Cher quién?", volvió a preguntarme. "Cher a secas", contesté. Ella me dijo: "Bueno, Ch..Ch...Cher. Por una bicoca limpiaré su oficina y también limpiaré las ventanas". Rechacé la oferta por sospechar que sea un soborno para entrar en mi oficina."

Now it is your turn! Create your own story and post it in the"comments" lnik.


I invite everybody to discuss everybody's comments!
Ramón Talavera F.

"Ir de la patada". Please click the image so you can read the explanation.


Sunday, July 25, 2010

Telenovela Argentina, "Sos mi vida". Pongan atención a los acentos en las palabras y en la forma de "tutearse".

"Manos Muertas" by Jorge Ibargüengoitia

MANOS MUERTAS
Jorge Ibargüengoitia.

La ciudad de México, al crecer, fue tragándose, como un cáncer, los pueblos que estaban a su alrededor. Uno de ellos fue Coyotlán, que queda al sur. Desde que llegaron los conquistadores ha sido un pueblo de postín. Hasta la fecha tiene plaza de armas, convento del siglo XVI, calles arboladas, casas coloniales habitadas por millonarios, vista a la Sierra, aire puro, agua abundante, etc.
En una de las calles principales habían tirado una gran casa y fraccionado el terreno. Habían conservado una parte de la fachada y sobre ella, puesto un letrero que decía: "SE VENDEN TERRENOS. INFORMA EL DOCTOR GORGONZOLA."
La sala de espera del consultorio de Gorgonzola era un pasillo lóbrego lleno de monjas enfermas. Allí pasé media hora mirando un diagrama del aparato digestivo, en espera de que el Doctor me recibiera. Cuando entré en su despacho lo encontré en mangas de camisa, sentado frente a un escritorio. Le dije que quería comprar un terreno y él me señaló con el dedo, como si acabara de reconocerme.
— ¡Usted estudió con los Hermanos Maristas!
No pude negarlo. Gorgonzola se levantó de su asiento y me dio un abrazo.
— ¡Tenemos un sello inconfundible!
Él era un rollizo bebé de cincuenta años. Me daba al hombro y tenía pelo ralo, pero rubio, ojos inyectados, pero azules, y una gran papada.
Fue a un armario y sacó un plano, mientras decía:
—Estos terrenos no son míos. Me encargo de venderlos por un favor que le hago a la Compañía de Jesús.
Me explicó que los terrenos eran bienes de Manos Muertas. La venta iba a ser anticonstitucional, pero muy devota. En la casa que habían tumbado para hacer el fraccionamiento había estado una escuela de franciscanos; cuando los jesuitas devolvieron a los franciscanos la iglesia de San Francisco que está en Madero, los franciscanos tuvieron, en pago, que entregarles a los jesuitas varias propiedades, entre otras, la casa en cuestión. Como los jesuitas no querían casas ni escuelas, sino dinero para obras pías, Gorgonzola que era muy católico, se había ofrecido a hacer el fraccionamiento y a venderlo. Fuimos a ver los terrenos.
—Lo que usted pague por este terreno será una bicoca.
Para fraccionar los jesuítas tuvieron que poner drenajes, alumbrado y hacer una calle que hubo necesidad de regalar al Distrito Federal. ¿Usted cree que es justo?
Entonces me di cuenta de que Gorgonzola no era agente sólo por amor al arte o a la Compañía de Jesús: de un lado de la calle "que hubo necesidad de regalar al Distrito Federal", Gorgonzola tenía un terrenazo que había comprado muy barato por estar encerrado en el interior de una manzana y que, gracias a las obras hechas por la Compañía de Jesús, había aumentado tres o cuatro veces su valor.
—La idea de hacer este fraccionamiento fue mía —me confesó. Compré un lote en donde había dos árboles que me gustaron. —Ha comprado usted el mejor terreno de México —me dijo Gorgonzola cuando cerramos el trato.
La firma de la escritura fue una ceremonia bastante confusa. Como las órdenes religiosas no tienen derecho a tener propiedades y sin embargo las tienen, cada orden nombra depositario a una persona de honorabilidad reconocida y catolicismo a prueba de bomba. La función del depositario consiste en hacer fraude a la Nación fingiéndose propietario de algo que es de la orden.
El Notario Malancón dio lectura a la turbia historia jurídica del terreno: la señora Dolores Cimarrón del Llano (es decir, los franciscanos) había vendido (es decir, permutado) al señor Pedro Gongoria Acebez (es decir, los jesuitas) el terreno del que ahora yo compraba una fracción. Firmamos la escritura el Ingeniero Industrial Xavier Barajas Angélico, en nombre del apoderado de los jesuitas y yo, en el mío propio.
El señor Barajas Angélico tuvo que hacer un esfuerzo, al firmar, para no echarle una S.J. al final de su apellido; yo le entregué un cheque por cuarenta mil pesos y él a mí, un recibo por doce mil, con lo que quedó consumado el fraude al fisco que hizo que la escritura saliera baratísima. Al final del acto, nos dimos la mano, Malancón, Barajas Angélico, que en su distracción me la ofreció para que la besara, Gorgonzola, que estaba muy satisfecho, y yo.
Pasaron varios años, al cabo de los cuales tuve dinero para construir y fui con mi arquitecto y unos amigos a
enseñarles el terreno. Todo estaba igual; la fachada de la casa antigua tenía el mismo letrero que decía "SE VENDEN
TERRENOS. ..", los árboles estaban de pie, etc.; pero la entrada de la calle que "hubo necesidad de regalar al Distrito
Federal" estaba obstruida por una barricada. Estábamos saltándola, cuando apareció una mujer harapienta.
—¿Qué quieren?.
—¿Cómo que qué queremos? —pregunté tartamudeando—. Ese terreno que está allí es mío.
—No es cierto. Estos terrenos son del doctor Gorgonzola.
Me puse furioso.
—¿Conque son del doctor Gorgonzola? A ese quisiera verlo para decirle tres verdades.
En ese momento llegó el aludido en un Volkswagen.
—Dígale a la señora ésta quién soy yo —le dije.
Pero Gorgonzola no me reconoció, a pesar del sello inconfundible que tenemos los ex alumnos de los maristas.
— ¡No deje entrar a nadie! —le gritó a la mujer, y se fue.
Yo no sabía qué hacer. Decidí ignorar a la mujer, y haciéndola de cicerone, conduje a mis amigos al terreno. Cuando les decía "éste es mi terreno", la mujer nos arrojó piedras.
Al día siguiente, ocurrió algo peor; mi arquitecto fue al Departamento del Distrito Federal a pedir Licencia de Construcción y regresó lívido.
—Dicen en el Departamento que ese fraccionamiento no existe.
Fui al consultorio de Gorgonzola. —Soy la persona que compró un terreno hace dos años —empecé diciendo al entrar.
De nada me sirvió, porque Gorgonzola estaba hablando por teléfono y no me hizo caso.
—Ya le dije que no puedo —decía Gorgonzola por teléfono—. No estoy en condiciones. Hágame favor de no molestarme —y colgó—. ¿En qué puedo servirle? —Soy la persona. . . etc.
—¡Ah! Yo ya no tengo nada que ver con esos terrenos. Pasé por alto el hecho de que el día anterior él había ordenado a la mujer harapienta que no me dejara entrar en sus terrenos y le dije que en el Departamento del Distrito no querían darme licencia para construir.
—Es que Uruchurtu nos tiene mala voluntad —no me explicó quiénes eran "nosotros", si la Compañía de Jesús y él, él y yo o los tres—. No ha querido aprobar el fraccionamiento. Ya están todos los documentos presentados. Sólo falta una firma. Pero usted no se preocupe, amigo, construya; con licencia o sin ella.
Se levantó del asiento, me tomó del brazo, salimos del consultorio y fuimos caminando a los terrenos. La mujer harapienta nos saludó respetuosamente. Pasamos de largo por mi terreno y llegamos al suyo, en donde estaba construyendo una clínica, estilo colonial, sin licencia. —Mire usted. Palo dado, ni Dios lo quita. Me despedí de Gorgonzola sin haber logrado nada y fui al despacho de Barajas Angélico.
Las oficinas de la Compañía Industrial Metropolitana, S.A., que es una organización fantasma para mangonear bienes jesuítas, eran amplias y bien amuebladas. Había ocho escritorios y un jesuíta vestido de beige. Me acerqué a él y le pregunté por Barajas Angélico.
—Ya no está en México —me dijo en tono de conmiseración; ha de haber creído que venía a confesarme.
— ¡Ese fraccionamiento nos ha dado tantos dolores de cabeza!
Abrió un cajón de su escritorio y sacó unos papeles. Estuvimos revisándolos durante más de una hora. Allí estaban las cuentas de lo que había costado el drenaje, el alumbrado, el pavimento y un recibo "bueno por una calle", firmado por el "Licenciado". Uruchurtu no había aprobado el fraccionamiento, pero en cambio, había aceptado y recibido la calle que hubo necesidad de regalar al Distrito Federal.
Para conseguir la Licencia de Construcción, bastó con hacer un cambio en la solicitud y decir que el terreno estaba en tal calle en vez de que era parte de tal fraccionamiento. Uruchurtu tendría un corazón de piedra pero afortunadamente hasta al mejor cazador se le va la liebre. El siguiente problema que hubo, consistió en determinar el verdadero nombre de la calle. La escritura y el recibo firmado por el "Licenciado" decían Calle de Reforma Norte, los recibos de contribuciones, Prolongación de Reforma, los de consumo de agua, Cerrada de Reforma y en la esquina decía Reforma, a secas.
—Esa calle no existe —me dijo el Administrador de Correos, cuando fui a preguntarle su opinión.
Me explicó que en Coyotlán había tres calles de Reforma sin relación entre sí, pero que ninguna correspondía al lugar en donde yo decía que había comprado un terreno. Han pasado diez años y todavía no se sabe a ciencia cierta cómo se llama la calle donde vivo. El nombre de Reforma, en cambio, ha seguido propagándose por el rumbo; ahora ya hay dos calles de Reforma más; una en la Colonia Atlántida y otra en la Clavos de Cristo, que son nuevas. Esto sin contar con la nueva prolongación del Paseo de la Reforma, que queda en el centro de la ciudad y que es, en realidad, la auténtica calle de Reforma, siendo las demás meras imitaciones.
Cuando mi arquitecto estaba haciendo el deslinde del terreno, se presentó el señor Bobadilla, que vestía a la inglesa y andaba en un Ford 47. Dijo que era dueño del terreno de junto.
—Me está usted invadiendo.
Sacó un plano y una cinta métrica y demostró que, en efecto, estábamos invadiéndolo. Mi arquitecto tuvo que cambiar los límites de mi terreno.
Una mañana, fui a visitar la construcción y me encontré con que un pasillo que estaba en los planos no aparecía en la realidad.
—Es que no cupo —me dijo el arquitecto. Este misterio quedó sin aclararse hasta que Pepe Manzanares construyó en su terreno, que colindaba con el de Bobadilla y con el mío. Un día se presentó Bobadilla en su Ford 47, vestido a la inglesa, con su plano y su cinta métrica y obligó a Manzanares a tumbar una barda.
—Me falta terreno —me dijo Manzanares, creyendo que yo se lo había robado.
—¡Qué coincidencia! —le contesté—. A mí también me faltó un pasillo.
Manzanares, Bobadilla y yo, nos dirigimos respetuosamente al Departamento del Distrito Federal pidiendo un levantamiento catastral.
Fue toda una revelación. La calle, prolongación o cerrada de Reforma, había sido dibujada en los planos con un rumbo y trazada en el terreno con otro. En consecuencia, Manzanares había perdido veinte metros, yo había perdido cincuenta y había construido un excusado en terrenos de mi vecino del lado norte, que a su vez, había perdido cien metros. Y así sucesivamente. En cambio, Gorgonzola, que estaba al otro lado de la calle, había ganado quinientos metros.
Manzanares, Bobadilla y yo nos juntamos en La Flor de México para decidir lo que íbamos a hacer. Había tres caminos a seguir: primero, demandar a la Compañía de Jesús por cobrarnos más metros de los que nos había entregado; segundo, demandar al Distrito Federal, porque una calle, cerrada o prolongación estaba invadiendo nuestros terrenos; tercero, demandar a Gorgonzola por fraude y abuso de confianza. La situación era delicada, porque la Compañía de Jesús nos hubiera liquidado los metros que nos faltaban de acuerdo con el precio estipulado en las escrituras, que era la cuarta parte de lo que nosotros habíamos pagado y la décima de lo que valían en realidad.
—Yo prefiero no mover el bote —dijo Bobadilla—, porque le compré el terreno al sobrino de un jesuita y me hizo un documento en una servilleta de papel.
Por otra parte, no teníamos pruebas para acusar a Gorgonzola, a quien después de todo, nadie había visto sobornar a un albañil para que hiciera una calle chueca. Optamos por dirigirnos, respetuosamente, al Departamento del Distrito Federal pidiendo justicia, con la intención de que el Departamento se echara encima de Gorgonzola. El Departamento nos hizo justicia de la siguiente manera: a) Se hizo un nuevo levantamiento catastral y se le dio carácter de hecho consumado al crimen de los metros perdidos; b) Se hizo un avalúo de nuestras propiedades, se aumentaron nuestras contribuciones y se nos multó por ocultación de bienes; c) Se nos advirtió que el'' Licenciado no quería oír hablar más del asunto".
Esto nos pasó por comprar bienes de Manos Muertas. La única satisfacción que me queda es que Gorgonzola nunca pudo terminar su clínica. Allí está todavía; es una ruina sin terminar, en medio de un inmenso solar abandonado.

Thursday, July 22, 2010

Reading and Writing exercise of "Esperanza número equivocado" by Elena Poniatowska

Search Amazon.com for Elena Poniatowska

These are the eight words that the "Y qué me cuentas" group choose after reading "Esperanza número equivocado" by Elena Poniatowska

Hasta no verte Jesus mio (Spanish Edition)
        1. Nutria
        2. Moño
        3. Equivocado
        4. Al azar
        5. Estropicio
        6. Ojalá 
        7. Ir de la patada
        8. Arañar
It is worth to mention that today's reading discussion was so intense that we didn't have time to work in our collective story. Therefore, each one of the students committed themselves to submit their own story using these eight words. That sounds like fun, and a lot of  reading and commenting from my end!

Of course, if you are not in the group but you want to submit your own story, you are welcome to do it!

I'm getting ready to read all your stories!!!!!!

Tuesday, July 20, 2010

"Esperanza número equivocado", by Elena Poniatowska

Esperanza siempre abre el periódico en la sección de sociales y se pone a ver las novias. Suspira: “Ay, señorita Diana, cuándo la veré a usted así”. Y examina infatigable los rostros de cada una de las felices desposadas. “Mire, a esta le va a ir de la patada…” “A esta otra pue'que y se le haga…” “Esta ya se viene fijando en otro. Ya ni la amuela. Creo que es el padrino…” Sigue hablando de las novias obsesiva y maligna. Con sus uñas puntiagudas —“me las corto de triangulito, pa arañar, así se las había de limar la señorita”—, rasga el papel y bruscamente desaparece la nariz del novio, o la gentil contrayente queda ciega: “Mire niña Diana, qué chistosos se ven ahora los palomos”. Le entra una risa larga, larga, larga, entrecortada de gritos subversivos: “Hi ¡Hi! ¡Hi! ¡Hi! ¡Hiiii!”, que sacude su pequeño cuerpo de arriba abajo. “No te rías tanto, Esperanza, que te va a dar hipo”.
A veces Diana se pregunta por qué no se habrá casado Esperanza. Tiene un rostro agradable, los ojos negros muy hundidos, un leve bigotito y una patita chueca. La sonrisa siempre en flor. Es bonita y se baña diario.
Ha cursado cien novios: “No le vaya a pasar lo que a mí, ¡que de tantos me quedé sin ninguno!”. Ella cuenta: “Uno era decente, un señor ingeniero, fíjese usted. Nos sentábamos el uno al lado del otro en una banca del parque y a mí me daba vergüenza decirle que era criada y me quede silencia”.
Conoció al ingeniero por un “equivocado”. Su afición al teléfono la llevaba a entablar largas conversaciones. “no señor, está usted equivocado. Esta no es la familia que usted busca, pero ojalá y fuera”. “Carnicería ‘La Fortuna'” “No, es una casa particular pero qué fortuna…” Todavía hoy, a los cuarenta y ocho años, sigue al acecho de los equivocados. Corre al teléfono con una alegría expectante: “Caballero yo no soy Laura Martínez, soy Esperanza…” Y a la vez siguiente: “Mi nombre es otro, pero en ¿qué puedo servirle?” ¡Cuánto correo del corazón! Cuántos “Nos vemos en la puerta del cine Encanto. Voy a llevar un vestido verde y un moño rojo en la cabeza”… ¡Cuántas citas fallidas! ¡Cuántas idas a la esquina a ver partir las esperanzas! Cuántos: “¡Ya me colgaron!” Pero Esperanza se rehace pronto y tres o cuatro días después, allí está nuevamente en servicio dándole vuelta al disco, metiendo el dedo en todos los números, componiendo cifras al azar a ver si de pronto alguien le contesta y le dice como Pedro Infante: “¿Quiere usted casarse conmigo?” Compostura, estropicio, teléfono descompuesto, 02, 04, mala manera de descolgarse por la vida, como una araña que se va hasta el fondo del abismo colgada del hilo del teléfono. Y otra vez a darle a esa negra carátula de reloj donde marcamos puras horas falsas, puros: “Voy a pedir permiso”, puros: “Es que la señora no me deja…”, puros: “¿Qué de qué?” porque Esperanza no atina y ya le está dando el cuarto para las doce.
Un día el ingeniero equivocado llevó a Esperanza al cine, y le dijo en lo oscuro: “Oiga señorita, ¿le gusta la natación?” Y le puso la mano en el pecho. Tomada por sorpresa, Esperanza respondió: “Pues mire usted ingeniero, ultimadamente y viéndolo bien, a mí me gusta mi leche sin nata”. Y le quitó la mano.
Durante treinta años, los mejores de su vida, Esperanza ha trabajado de recamarera. Sólo un domingo por semana puede asomarse a la vida de la calle, a ver a aquella gente que tiene “su” casa y “su” ir y venir.
Ahora ya de grande y como le dicen tanto que es de la familia, se ha endurecido. Con su abrigo de piel de nutria heredado de la señora y su collar de perlas auténticas, regalo del señor, Esperanza mangonea a las demás y se ha instituido en la única detentadora de la bocina. Sin embargo, su voz ya no suena como campana en el bosque y en su último “equivocado” pareció encogerse, sentirse a punto de desaparecer, infinitamente pequeña, malquerida, y, respondió modulando dulcemente las palabras: “No señor, no, yo no soy Isabel Sánchez, y por favor, se me va a ir usted mucho a la chingada”.

Monday, July 19, 2010

"Aquí" y "Acá", by Ramón Talavera Franco

Los adverbios de lugar “aquí” y “acá” utilizados con el verbo de movimiento “venir”, significan prácticamente lo mismo. La diferencia es muy sutíl. Cuando decimos “ven aquí”, estamos determinando un lugar preciso. Al decir “ven acá”, el espacio deja de tener un límite preciso y puede interpretarse como “estar cerca de” pero no en el mismo lugar. Un ejemplo sería si estoy en una alberca y le digo a un amigo que venga “aquí” o que venga “acá”. Si le digo, “ven aquí” le estoy invitando a que se meta a la alberca conmigo. Si le digo, “ven acá” le puedo estar pidiendo varias cosas diferentes:
1.- que se acerque solo un poco,
2.- que se acerque a la orilla de la alberca para platicar conmigo,
3.- que se meta a la alberca.
La indefinición en el habla popular del adverbio “acá” hace que los hispanoparlantes lo utilicemos dándole el mismo significado que le damos al adverbio “aquí”.
¿Qué opinas?

Friday, July 16, 2010

Danzón, by Ramón Talavera Franco

El danzón llegó de Cuba y encontró cobijo principalmente en Veracruz y en la ciudad de México. Es una metáfora de sensualidad; un derroche de caballerosidad por parte del hombre y un elegante modo de seducción por parte de la mujer. Son muchos signos eróticos los que el danzón maneja: el vaivén de las caderas,  los cuerpos que se alejan solo para volver a buscarse; las miradas que se rechazan por rubor, las pausas que sirven para tranquilizar la sensualidad agitada, el coqueteo del uso del abanico, los esbozos de sonrisa con las miradas bajas . Él y ella en un espacio aparte.

Como no creo que mi explicación sea lo suficientemente clara para describir lo que el danzón es, qué les parece si hacen click aquí y ven el siguiente video. Si se quedan picados, haciendo click aquí verán el video completo; haciendo click aquí verán otros ejemplos y haciendo click aquí leerán un artículo respecto a la historia del Danzón.

Ramón Talavera Franco

Wednesday, July 14, 2010

Writing and Reading Exercise of "Ladrón de sábado", by Gabriel García Márquez

The eight words that the "¿Y qué me cuentas?" group chose after reading "Ladrón de Sábado", by Gabriel García Márquez" are:

Collected Stories1. amenazada
2. conductora
3. empedernida
4. "en un dos por tres"
5. cobija
6. pastillas
7. se arrepiente
8. espiado

We all developed the following story (mistakes are in parenthesis):
"Había una vez una conductora de un tranvía que (tomó) se arrepintió de haber tomado unas pastillas para no dormir. Quería sucidarse antes, pero espió a un guapo tapado con una cobija, y ella se enamoró en un dos por tres. Como (fue) era una pesimista empedernida, se sintió amenazada por el guapo y llamó a la policía.


The final story is as follows:
"Había una vez una conductora de un tranvía que se arrepintió de haber tomado unas pastillas para no dormir. Quería sucidarse antes, pero espió a un guapo tapado con una cobija, y ella se enamoró en un dos por tres. Como era una pesimista empedernida, se sintió amenazada por el guapo y llamó a la policía."

In addition, here you are some of the student’s comments after the reading:
1. ¡El cuento es un truco de magia!
2. Los personajes son solitarios
3. Hugo y Ana buscan sus vidas y las encuentran
4. Hugo es ladrón de sábado porque robó el corazón de Ana
5. El marido también es un ladrón de sábado. ¿Por qué?

Now it is your turn. Pick the same eight words or chose other eight words from "Ladrón de Sábado" and develop a story. Submit it in the "comments" link.

Thursday, July 8, 2010

"Dándoselas de.."

La locución "dándoselas de" (conjugado el verbo dar en gerundio)  encontrada en el cuento: "El Mono que quizo ser Escritor Satírico" de Augusto Monterroso llamó mucho la atención de los alumnos. Por eso quisiera hacer un breve repazo a lo que es una locución y al significado de la misma. Una locución es un grupo de palabras que por lo general siguen un mismo órden y muchas veces significan algo distinto al significado de las palabras que la forman. Ejemplos: " Pedro se las da de valiente" o "Pedro está dándoselas de valiente con su novia". Estos ejemplos implican que Pedro actúa como una persona valiente o que presume que es valiente. El grupo de palabras "se las da de""dándoselas de" significan, en este caso, "actúa", "alardea"o "presume".

Creo que la mejor traducción de "dárselas de" es "to boast about"

Para quienes tengan curiosidad por el tema y para los profesores que lean este ejercicio, les sugiero que lean la página 488 del libro" Prontuario de Hispanismos y Barbarísmos" vol., de Juan Mir Noguera, encontrado en este blog (lo tienen que bajar a su computadora).

Wednesday, July 7, 2010

Reading and Writing Exericse of "El mono que quiso ser escritor satírico", by Augusto Monterroso

The eight words (and this time two locutions) that the "Y qué me cuentas group" chose after reading "El mono que quiso ser escritor satírico" are:
Obras completas (y otros cuentos) (Spanish Edition)
Urraca
Dárselas de
Agasajado
Escritor
Vuelto
Rabo del ojo
Estúpidamente


The story that they wrote (including mistakes in parenthesis) is:

"Una vez (hay) había una urraca adúltera (y agasajada) que agasajó al escritor que se había vuelto loco. Observó por el rabo del ojo como el escritor bailaba estúpidamente dándoselas de (como) (un) bailarín profesional".

The final story is as follows:

"Una vez había una urraca adúltera que agasajó al escritor que se había vuelto loco. Observó por el rabo del ojo como el escritor bailaba estúpidamente dándoselas de bailarín profesional"

Now use the same words or look for other words in the "El mono que quiso ser escritor satírico" short story and create your own short story, idea, parragraph,etc.

Condicional + Verbo Reflexivo (Da click en la imagen para agrandarla)