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Cada semana leeremos un cuento o un poema de algún autor hispano.
Te invito a participar de la siguiente manera:
1. Escoge un cuento, poema, o ensayo de la lista de autores que aparece en la columna del lado derecho del blog. Para encontrar un ejemplo, haz clic aquí.
2. Después de leer el material elegido, crea una historia usando las ocho palabras que el grupo ¿Y... qué me cuentas? escogió en clase, o escoge otras ocho palabras de la lectura que quieras practicar. Para encontrar un ejemplo, haz clic aquí.
3. Sube tu historia usando el enlace de comentarios ("comments"). Lo encontrarás al final de cada lectura.
No temas cometer errores en tu historia. Yo estoy aquí para ayudarte. Tan pronto subas tu historia, yo te mandaré mis comentarios.
¿Estás listo? ¡ Adelante!

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Y…¿qué me cuentas?

Este video muestra el momento en el que los estudiantes de

Y…¿qué me cuentas?

crean una historia usando ocho palabras extraídas de un cuento previamente leído en clase.

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Y…¿qué me cuentas?

Recomendación al Gobierno de México por parte del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (CCIME) durante su XVII reunión ordinaria.

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Tuesday, June 28, 2011

"Corazonada" de Mario Benedetti

Corazonada

Mario Benedetti
Para leer el ejercicio relacionado con esta lectura, haga click aquí.
Apreté dos veces el timbre y en seguida supe que me iba a quedar. Heredé de mi padre, que en paz descanse, estas corazonadas. La puerta tenía un gran barrote de bronce y pensé que iba a ser bravo sacarle lustre. Después abrieron y me atendió la ex, la que se iba. Tenía cara de caballo y cofia y delantal. "Vengo por el aviso", dije. "Ya lo sé", gruñó ella y me dejó en el zaguán, mirando las baldosas. Estudié las paredes y los zócalos, la araña de ocho bombitas y una especie de cancel.
Después vino la señora, impresionante. Sonrió como una Virgen, pero sólo como. "Buenos días." "¿Su nombre?" "Celia." "¿Celia qué?" "Celia Ramos." Me barrió de una mirada. La pipeta. "¿Referencias?" Dije tartamudeando la primera estrofa: "Familia Suárez, Maldonado 1346, teléfono 90948. Familia Borrello, Gabriel Pereira 3252, teléfono 413723. Escribano Perrone, Larraíaga 3362, sin teléfono." Ningún gesto. "¿Motivos del cese?" Segunda estrofa, más tranquila: "En el primer caso, mala comida. En el segundo, el hijo mayor. En el tercero, trabajo de mula." "Aquí", dijo ella, "hay bastante que hacer". "Me lo imagino." " Pero hay otra muchacha, y además mi hija y yo ayudamos. " "Sí, señora." Me estudió de nuevo. Por primera vez me di cuenta que de tanto en tanto parpadeo. "¿Edad?" "Diecinueve." "¿Tenés novio?" "Tenía." Subió las cejas. Aclaré por las dudas: "Un atrevido. Nos peleamos por eso." La Vieja sonrió sin entregarse. "Así me gusta. Quiero mucho juicio. Tengo un hijo mozo, así que nada de sonrisitas ni de mover el trasero." Mucho juicio, mi especialidad. Sí, señora. "En casa y fuera de casa. No tolero porquerías. Y nada de hijos naturales, ¿estamos?" "Sí, señora." ¡Ula Marula! Después de los tres primeros días me resigné a soportarla. Con todo, bastaba una miradita de sus ojos saltones para que se me pusieran los nervios de punta. Es que la vieja parecía verle a una hasta el hígado. No así la hija, Estercita, veinticuatro años, una pituca de ocai y rumi que me trataba como a otro mueble y estaba muy poco en la casa. Y menos todavía el patrón, don Celso, un bagre con lentes, más callado que el cine mudo, con cara de malandra y ropas de Yriart, a quien alguna vez encontré mirándome los senos por encima de Acción. En cambio el joven Tito, de veinte, no precisaba la excusa del diario para investigarme como cosa suya. Juro que obedecí a la Señora en eso de no mover el trasero con malas intenciones. Reconozco que el mío ha andado un poco dislocado, pero la verdad es que se mueve de moto propia. Me han dicho que en Buenos Aires hay un doctor japonés que arregla eso, pero mientras tanto no es posible sofocar mi naturaleza. O sea que el muchacho se impresionó. Primero se le iban los ojos, después me atropellaba en el corredor del fondo. De modo que por obediencia a la Señora, y también, no voy a negarlo, pormigo misma, lo tuve que frenar unas diecisiete veces, pero cuidándome de no parecer demasiado asquerosa. Yo me entiendo. En cuanto al trabajo, la gran siete. "Hay otra muchacha" había dicho la Vieja. Es decir, había. A mediados de mes ya estaba solita para todo rubro. "Yo y mi hija ayudamos", había agregado. A ensuciar los platos, cómo no. A quién va a ayudar la vieja, vamos, con esa bruta panza de tres papadas y esa metida con los episodios. Que a mí me gustase Isolina o la Burgueño, vaya y pase y ni así, pero que a ella, que se las tira de avispada y lee Selecciones y Lifenespañol, no me lo explico ni me lo explicaré. A quién va a ayudar la niña Estercita, que se pasa reventándose los granos, jugando al tenis en Carrasco y desparramando fichas en el Parque Hotel. Yo salgo a mi padre en las corazonadas, de modo que cuando el tres de junio (fue San Cono bendito) cayó en mis manos esa foto en que Estercita se está bañando en cueros con el menor de los Gómez Taibo en no sé qué arroyo ni a mí qué me importa, en seguida la guardé porque nunca se sabe. ¡A quién van ayudar! Todo el trabajo para mí y aguantate piola. ¿Qué tiene entonces de raro que cuando Tito (el joven Tito, bah) se puso de ojos vidriosos y cada día más ligero de manos, yo le haya aplicado el sosegate y que habláramos claro? Le dije con todas las letras que yo con ésas no iba, que el único tesoro que tenemos los pobres es la honradez y basta. Él se rió muy canchero y había empezado a decirme: "Ya verás, putita", cuando apareció la señora y nos miró como a cadáveres. El idiota bajó los ojos y mutis por el foro. La Vieja puso entonces cara de al fin solos y me encajó bruta trompada en la oreja, en tanto que me trataba de comunista y de ramera. Yo le dije: "Usted a mí no me pega, ¿sabe?" y allí nomás demostró lo contrario. Peor para ella. Fue ese segundo golpe el que cambió mi vida. Me callé la boca pero se la guardé. A la noche le dije que a fin de mes me iba. Estábamos a veintitrés y yo precisaba como el pan esos siete días. Sabía que don Celso tenía guardado un papel gris en el cajón del medio de su escritorio. Yo lo había leído, porque nunca se sabe. El veintiocho a las dos de la tarde, sólo quedamos en la casa la niña Estercita y yo. Ella se fue a sestear y yo a buscar el papel gris. Era una carta de un tal Urquiza en la que le decía a mi patrón frases como ésta: "Xx xxx x xx xxxx xxx xx xxxxx".
La guardé en el mismo sobre que la foto y el treinta me fui a una pensión decente y barata de la calle Washington. A nadie le di mis señas, pero a un amigo de Tito no pude negárselas. La espera duró tres días. Tito apareció una noche y yo lo recibí delante de doña Cata, que desde hace unos años dirige la pensión. Él se disculpó, trajo bombones y pidió autorización para volver. No se la di. En lo que estuve bien porque desde entonces no faltó una noche. Fuimos a menudo al cine y hasta me quiso arrastrar al Parque, pero yo le apliqué el tratamiento del pudor. Una tarde quiso averiguar directamente qué era lo que yo pretendía. Allí tuve una corazonada: "No pretendo nada, porque lo que yo querría no puedo pretenderlo".
Como ésta era la primera cosa amable que oía de mis labios se conmovió bastante, lo suficiente para meter la pata. "¿Por qué?", dijo a gritos, "si ése es el motivo, te prometo que..." Entonces como si él hubiera dicho lo que no dijo, le pregunté: "Vos sí... pero, ¿y tu familia?" "Mi familia soy yo", dijo el pobrecito.
Después de esa compadrada siguió viniendo y con él llegaban flores, caramelos, revistas. Pero yo no cambié. Y él lo sabía. Una tarde entró tan pálido que hasta doña Cata hizo un comentario. No era para menos. Se lo había dicho al padre. Don Celso había contestado: "Lo que faltaba." Pero después se ablandó. Un tipo pierna. Estercita se rió como dos años, pero a mí qué me importa. En cambio la Vieja se puso verde. A Tito lo trató de idiota, a don Celso de cero a la izquierda, a Estercita de inmoral y tarada. Después dijo que nunca, nunca, nunca. Estuvo como tres horas diciendo nunca. "Está como loca", dijo el Tito, "no sé qué hacer". Pero yo sí sabía. Los sábados la Vieja está siempre sola, porque don Celso se va a Punta del Este, Estercita juega al tenis y Tito sale con su barrita de La Vascongada. O sea que a las siete me fui a un monedero y llamé al nueve siete cero tres ocho. "Hola", dijo ella. La misma voz gangosa, impresionante. Estaría con su salto de cama verde, la cara embadurnada, la toalla como turbante en la cabeza. "Habla Celia", y antes de que colgara: "No corte, señora, le interesa." Del otro lado no dijeron ni mu. Pero escuchaban. Entonces le pregunté si estaba enterada de una carta de papel gris que don Celso guardaba en su escritorio. Silencio. "Bueno, la tengo yo." Después le pregunté si conocía una foto en que la niña Estercita aparecía bañándose con el menor de los Gómez Taibo. Un minuto de silencio. "Bueno, también la tengo yo." Esperé por las dudas, pero nada. Entonces dije: "Piénselo, señora" y corté. Fui yo la que corté, no ella. Se habrá quedado mascando su bronca con la cara embadurnada y la toalla en la cabeza. Bien hecho. A la semana llegó el Tito radiante, y desde la puerta gritó: "¡La vieja afloja! ¡La vieja afloja!" Claro que afloja. Estuve por dar los hurras, pero con la emoción dejé que me besara. "No se opone pero exige que no vengas a casa." ¿Exige? ¡Las cosas que hay que oír! Bueno, el veinticinco nos casamos (hoy hace dos meses), sin cura pero con juez, en la mayor intimidad. Don Celso aportó un chequecito de mil y Estercita me mandó un telegrama que -está mal que lo diga- me hizo pensar a fondo: "No creas que salís ganando. Abrazos, Ester."
En realidad, todo esto me vino a la memoria, porque ayer me encontré en la tienda con la Vieja. Estuvimos codo con codo, revolviendo saldos. De pronto me miró de refilón desde abajo del velo. Yo me hice cargo. Tenía dos caminos: o ignorarme o ponerme en vereda.
Creo que prefirió el segundo y para humillarme me trató de usted. "¿Qué tal, cómo le va?" Entonces tuve una corazonada y agarrándome fuerte del paraguas de nailon, le contesté tranquila: "Yo bien, ¿y usted, mamá?"
FIN

Monday, June 27, 2011

Chiste (traducir mal)

Comparto este chiste con ustedes para que inicien bien la semana.
En una ciudad de Estados Unidos había un matrimonio esperando cruzar una esquina. Justo en el momento en que inician su camino, la llanta de un auto, que viene a toda velocidad, pasa por una piedra la cual se dispara como proyectil y va a dar a la cabeza del marido. El hombre se desmaya y la señora, histérica, trata de despertarlo. Un hispano que cruzaba la calle en ese mismo momento es testigo de los hechos y antes de decidir qué hacer ,20 patrullas y un camión de bomberos llegan al lugar de los hechos. Un policía se acerca al hispano y le pregunta:
¿Did you see what happened here?
“Yes”, contestó el señor.
¿Name? Dijo el policía, sacando al mismo tiempo una libreta para apuntar el nombre.
Y el hispano, quien aprendió inglés con un diccionario, contestó:
Almost can see Fontains Pigeonhouses” o sea: Casimiro Fuentes Palomares.
El policía se quedó moviendo la cabeza como pensando, ¿Qué dijo este *******?.
¿How was it? Preguntó de nuevo el policía.
Y el señor contestó:
I was stop here” O sea, que él estaba parado ahí.
Y siguió el señor….
The car came made the mother. O sea, que el carro venía hecho la madre.
The wheel pushed the stone. O sea, que la llanta aventó la piedra.
The stone fly” O sea que la piedra voló.
And hit the man in the one hundred” O sea, que le pegó al señor en la sien.
The woman put the shout in the heaven” O sea, que puso el grito en el cielo.
And the woman said… Old, old, old” O sea,  y la mujer triste dijo ...Viejo, Viejo, Viejo!!!
Up, Up. Don`t whistle yourself” O sea, levántate, levántate, no te chifles.
And the man never came back in yes again” O sea, que el hombre nunca volvió en sí otra vez.
Y todo destanteado el policía le preguntó:
And ¿Where is the car?
Y contestó el señor…. “Peel Rooster” O sea ¡Peló Gallo!

Thursday, June 23, 2011

Ejercicio de Lectura y Escritura de "Los vecinos del principal derecha" de Enrique Jardiel Poncela

Para leer el cuento relacionado con este ejercicio, haga click aquí.

Los alumnos de ¡Y qué me cuentas! disfrutaron la ironía que Jardiel Poncela creó en torno al cuento "Lo vecinos del principal derecha". Después de leerlo, y como ya es costumbre, eligieron ocho palabras en forma grupal y posteriormente escribieron una historia. Me gustaría compartir con ustedes el proceso de creación de dicha historia. Para conocerlo, haga click aquí y verá y escuchará dicho proceso a través de un pencast.
Por supuesto comparto con ustedes aquí las ocho palabras y la historia en caso de que su curiosidad no sea tanta como para ver y escuchar el pencast.

Las ocho palabras fueron:
1. Chinelas
2. Crepúsculo
3. Mordiéndose
4. Obstinarse en
5. Hallarse
6. Prodigiosa
7. Estrepitosamente
8. Argentina

La historia es la siguiente:

"Llega la hora de un crepúsculo prodigioso. Me hallaba en el patio con las chinelas puestas cuando oí un ruido estrepitoso. Los escuincles se obstinaban en tirar sus juguetes por la casa. Yo estaba a punto de increparlos pero me mordí la lengua y susurré - ¡Que se vayan a Argentina!"

Ahora es el turno de ustedes. Utilicen las mismas ocho palabras y escriban una historia propia. Súbanla al blog presionando el link que dice "comments", y en cuanto yo la reciba, les mandaré mis comentarios a su historia.
¡Diviértanse!

Tuesday, June 21, 2011

"Los vecinos del principal derecha" por Enrique Jardiel Poncela


Los vecinos del principal derecha

Enrique Jardiel Poncela
Para leer el ejercicio de lectura y escritura de "Los vecinos del principal derecha", haga click aquí.
Al llegar a mi patria, de regreso de la Argentina, hice lo que suele hacer todo el que se encuentra en mi caso: me instalé en un hotel y me dediqué a buscar un piso desalquilado.
Para un hombre con dinero, encontrar un piso desalquilado es cosa fácil. Yo traía mucho dinero de América y encontré rápidamente lo que necesitaba.
América había sido pródiga para mí. Es cierto que durante doce años trabajé furiosamente. Pero también es cierto que al cabo de los doce años de trabajo incesante, me hallé sin colocación y sin dinero ¿Cómo volver a mi patria fracasado? Una tarde paseaba por Palermo pensando esta triste cosa cuando tropecé con una gruesa cartera de cuero negro. La abrí; la cartera contenía una bolsita con diamantes y $150.000 en billetes. También contenía unas tarjetas y una cédula de identidad con el nombre y las señas de su dueño, pero como desde el primer momento había decidido quedarme la cartera, rompí las tarjetas y la cédula y procuré olvidar el nombre de aquel caballero, lo que logré enseguida, porque tengo una memoria fatal.
De este modo me hice rico en América. Y es que en América todo el que trabaja mucho acaba por hacer fortuna.
El cuarto que alquilé al llegar a mi patria era precioso. Lo decoré todo a mi gusto y comencé a vivir una vida sin preocupaciones, llena de molicie y de refinamiento. De vez en cuando invitaba a cualquier muchacha sin compromiso a pasar unos días en mi compañía, y cuando me sentía harto de su modo de reír o de su gesto al ponerse el pyjama la sustituía por otra. Este procedimiento de gustar el amor, como si fuese un piano de manubrio, es una de las bases en que durante años se ha sustentado la tranquilidad de los hombres solteros.
Pero una tarde, en esa hora romántica y húmeda del crepúsculo, estaba solo en casa, porque me hallaba en un momento de transición entre el piano pasado y el piano futuro.
Alguien hizo sonar el timbre y, como una tromba, se me metió en casa una dama estrepitosamente perfumada con “gardenias pútridas”, de Lelong.
La dama atravesó el living-room, irrumpió en mi despacho y se dejó caer en uno de los sillones con la vista fija en el suelo, las cejas fruncidas y mordiéndose ligeramente el labio inferior.
La contemplé. Traía la cabeza destocada y se envolvía en un deshabillé de charmeuse y terciopelo. Llevaba unos pendientes de ópalo y unas chinelas amaranto con los tacones rojos, iguales a los de los cortesanos de Luis XV. Era rubia; de un rubio frenético.
No quise romper el silencio porque, precisamente, al sentarse en el sillón, el deshabillé se había arrugado y dejaba al descubierto las dos piernas de la dama en una extensión suficiente para privar del habla a un orador famoso; cuanto más a mí, que hablo poquísimo. Detalle interesante: las medias que envolvían aquellas piernas prodigiosas eran de gasa, color “risa de sordo”.
Pero semejante situación no podía prolongarse. La dama alzó de pronto la cabeza y me dijo:
-Caballero: perdone usted esta intromisión. Soy la vecina del principal derecha. He tenido un feroz disgusto con mi marido y, llevada de la ira, me he ido de casa. Cuando he querido reaccionar estaba en la escalera. ¿Adónde ir así? Y se me ocurrió llamar en su piso. Si a usted le parece, charlaremos un rato, hasta que yo me tranquilice.
-Y es posible que usted consiga tranquilizarse, señora. Quien no podrá tranquilizarse seré yo mientras usted se obstine en mostrar enteramente la región de sus ligas.
La dama rectificó los pliegues de su deshabillé y me hizo de pronto esta pregunta insólita:
-¿Qué opina usted del amor?
-Creo -repuse para ayudarla en su propósito de quitarle tirantez a nuestra entrevista- que el amor es una especie de ascensor hidráulico; se le puede exigir que funcione bien durante cinco años; durante diez; durante quince; pero llega un momento en que se estropea y se niega a funcionar.
-¿Y entonces?
-Entonces, señora, hay que cambiar de ascensor o subir a pie; es inevitable.
La dama sonrió con esa sonrisa luminosa exclusiva de las personas inteligentes.
Luego se inclinó hacia mí, rodeó mi cuello con sus brazos y murmuró esta sola palabra:
-¡Ay!
Cuando una mujer suspira mientras rodea con sus brazos el cuello de un hombre, debe uno darse por enterado de que la dama tiene ganas de suspirar.
-Es usted capaz de enloquecer a cualquier mujer, amigo mío; sin embargo, nuestro amor es imposible. Yo lo sospecho: ¡imposible, sí!
Y se retorció un dedo, luego, dos; después, tres; y, al final, todos los dedos de la mano.
Entonces llamaron a la puerta.
-¡Mi marido!
-¿Usted cree?
Fui a abrir y, en efecto, entró el marido. Tenía un aire triste.
-Caballero -me dijo-. No me explique usted nada. Usted no tiene la culpa. ¡Ella ha sido la que ha venido aquí!… ¡Dios mío, qué vergüenza!
Rompió a llorar, me rogó un vaso de agua, y por tres veces le llevé coñac, tila y azahar.
Al volver yo al despacho me encontraba siempre al marido paseándose excitado, increpando a su mujer, y ésta tumbada en su silla, mirando la calle con gesto displicente.
Por fin, a las ocho de la noche, después de que efectué, trayendo agua, una agotadora labor de camello del desierto, decidieron volverse a su casa.
Ya en la puerta, el marido me estrechó enérgicamente las manos mientras me decía:
-Gracias, gracias…  Nunca olvidaré esto; nunca lo olvidaré.
Y se fueron.
Media hora después yo subía rápidamente la escalera y llamaba en el principal derecha. Nadie contestó a mis timbrazos. Entonces el portero, asomándose al hueco del ascensor, me advirtió que en el principal derecha no vivía nadie, pues el cuarto estaba desalquilado desde hacía seis semanas.
Esta noticia me produjo una gran contrariedad. Porque necesitaba hablar de nuevo con los vecinos del principal derecha para preguntarles si ellos habían visto por casualidad, una bolsita con brillantes que yo guardaba en el bargueño de mi despacho y que había echado de menos al rato de marcharse de mi casa el matrimonio.

Friday, June 10, 2011

Ejercicio de Lectura y Escritura del poema "Alma Desnuda" de Alfonsina Storni.

Para leer el poema relacionado con este ejercicio, haga click aquí.

Comparto con ustedes la parte de la clase en la que el grupo ¡Y qué me cuentas! hizo el ejercicio de ocho palabras del poema "Alma Desnuda" de Alfonsina Storni.

Para escuchar el proceso de creación del ejercicio haga click aquí.

Como escucharon en el pencast, las ocho palabras que el grupo eligió para crear la historia son:
1. Mariposa
2. Suspiro
3. Ola
4. Demorar
5. Peñasco
6. Clamar
7. Cesar
8. Morir

Al combinar las ocho palabras, el grupo escribió la siguiente historia:

"La mariposa de hierro vuela sobre una ola caliente. Clama por un peñasco para respirar. No quiere que su viaje cese pero necesita una breve demora para descansar. Desafortunadamente después de un suspiro, muere inexplicablemente."

Ahora es el turno de ustedes. Usen las mismas ocho palabras y escriban su propia historia. Súbanla al blog usando la liga que dice "comments" y yo les haré llegar mis comentarios.

¡Suerte!

Primer año del Blog ¡Y qué me cuentas!

Cake and candleImage via Wikipedia

Primer año del Blog ¡Y qué me cuentas!
¡Un año del blog! ¡Nuestro primer aniversario aprendiendo juntos! No cabe duda que ésta ha sido una experiencia muy enriquecedora en cuanto a dos cosas: enseñar español a través de la literatura hispana y a las posibilidades que ofrece un blog para ello. Durante este primer año hemos conocido a 29 autores hispanos (algunos reconocidos en el mundo de las letras, otros todavía por serlo)de 8 países de habla hispana, y hemos realizado un viaje por el tiempo, sin orden fijo, por los siglos XVII, XIX, XX y XXI. Gracias a este viaje por las letras hispanas, los lectores de este blog han podido conocer algunas particularidades de los problemas sociales y políticos del mundo hispano, así como la diversidad inacabable de su cultura, de sus tradiciones y de sus formas particulares de hablar de acuerdo al país, la región y la época. Gracias al material literario que se ha discutido en el blog, los lectores han podido aprender nuevas expresiones, locuciones, regionalismos, localismos, dichos y palabras que posteriormente han usado para escribir un cuento, una poesía o una narración. A la fecha, 19 lectores han participado en el blog enviando un total de 166 ejercicios que he revisado y a los cuales he enviado mis comentarios. ¡¡¡¡Wow!!!! Es bastante en un año!

En relación a los ejercicios de ocho palabras que he recibido de los lectores, quisiera mencionar algo que me parece relevante porque tiene que ver con el proceso de enseñanza- aprendizaje a través del blog. La idea de que los estudiantes escribieran una historia con ocho palabras tenía dos motivos principales. La primera, entrenar la imaginación, y la segunda, que el lector utilizara sus conocimientos gramaticales del español para unir las ocho palabras y darles sentido. Los primeros ejercicios que recibí por parte de los estudiantes consistieron en historias cortas de uno o dos párrafos cuando más . Puedo decir que fueron historias con mucha imaginación pero escritas con mucha timidez. Conforme pasó el tiempo, los estudiantes dieron rienda suelta a su imaginación y se atrevieron a soltar cada vez más la pluma para escribir historias más largas. Aquellos estudiantes que han sido fieles al blog por meses y que continuamente someten sus ejercicios después de cada lectura, han comenzado a someter historias cada vez más complejas y más largas. Además de explorar la narrativa, algunos han decidido explorar también la poesía. Muchos de estos trabajos son tan buenos que al leerlos, es difícil creer que los escriban estudiantes de español como lengua extranjera.

Para no extenderme mucho y no perder de vista que esto es un blog y por lo mismo las ideas deben ser más concretas, comparto con ustedes un poco de estadísticas para darnos una idea más concreta de como ha sido la presencia del blog en el mundo durante su primer año de vida.

Utilizando google analytics a partir de julio 26 que fue cuando inscribí mi blog en este recurso tecnológico, y colocando como fecha de cierre el 24 de mayo del 2011 que es justo un año después de que el blog vio su primer día de vida, tengo los siguientes resultados:

Visitantes:
1. Visitantes: 5768
2. Visitantes absolutos: 2823
Países: 64
Los 5 países que más han visitado el blog son:
1. Estados Unidos
2. México
3. España
4. Argentina
5. Chile.

Los 5 países de lengua diferente al español que más han visitado el blog son:
1. Estados Unidos
2. Alemania
3. Brasil
4. Canadá
5. Italia

Los 3 browsers más usados:
1. Internet Explorer
2. Firefox
3. Safari

Recursos académicos para aprender español a través del blog ¡Y qué me cuentas! durante el primer año de vida

1. 44 Cuentos y poesías de 29 autores de 8 países de habla hispana (Argentina, Colombia, Cuba, Chile, Guatemala, España, México, Uruguay);
2. 41 Links para aprender español, entre los que destacan: chistes, diccionarios, conjugación de verbos, gramática, ortografía y traductores;
3. 9 Links para disfrutar literatura, entre los que destacan: cuentos, poesías, literatura de nuevos escritores, poesías en audio y video:
4. 14 links a videos relacionados con el aprendizaje del español, entre los que se destacan: películas, telenovelas y recursos para subtitular películas;
5. 11 tips de gramática;
6. 8 links de audio entre los que destacan: audio cuentos, canciones, sonidos de México, poesía y trabalenguas;
7. 8 links para aprender respecto al Bicentenario México conmemorado en 2010;
8. 1 link para obtener libros gratis;
9. Tradiciones mexicanas;
10. Cómics ;
11. Juegos ;
12. La palabra del día.

A todos los que han usado el blog de una u otra manera durante este primer año les doy las gracias y espero continuar con esta experiencia educativa hasta que el cuerpo aguante.

Ramón Talavera Franco.
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Thursday, June 9, 2011

Comparto con ustedes una historia que Leonard, uno de mis alumnos, creó respecto a mí. Como siempre, no dejo de asombrarme de su ingenio.

FROM CNN NEWS, DATELINE AUSTIN, 9 JUNE 2011


Ramón Talavera Franco, a prominent figure in Austin’s Spanish language outreach community, has gone missing.

His absence - first noted early Thursday morning - has been linked to his announcement that he intends to leave central Texas.

“I read in his email that he planned to abandon us,” said Elena, a participant in his Wednesday night classes. “I knew we had to do something to keep him here.”

Other participants supplied details. “First of all, he’s perfectly safe,” Juanita insisted. “Until he comes to his senses, we’re housing him in a deluxe storage locker.”

“Each Wednesday,” Carolina added, “we’ll escort him to a secret meeting place and force him to discuss Spanish stories and poems for an hour and a half.”

“He’s the best,” said Pancho. “Even so, at first I was opposed to the storage locker. But Debbie talked me into it.” (Debbie declined to be interviewed for this story.)

“Lo siento mucho,” Talavera said in a statement that – according to experts - was rendered under duress. But some of those interviewed were not moved to forgiveness.

“He pretended to be Mr. Nice Guy,” said Keatha. “He pretended to like us. And then, just like that, he says: ‘Me voy de Austin’? Well, I say: ‘Not so fast, buddy.’”

(Austin Public Library announced that psychologists would be available on Wednesday nights in July to help those still angry about Talavera’s announcement.)

“Last night I dreamed I returned from Spain and Talavera had gone to Boston,” said Ron. “I asked myself, ’Why did I return to Austin? No Talavera, no joy in life.’”

“The news about Ramón leaving: that was rough,” said Michael. “Imagine all of us speaking German on Wednesday nights. It just does not compute.”

“We have to keep Ramón around,” said Leonardo. “Who else can understand me when I try to speak Spanish? (Now where did I put that key to the storage locker?)”


END

Audiocuento "Acuérdarte" de Juan Rulfo

Los invito a que escuchen el audiocuento "Acuérdate" de Juan Rulfo
Voz: Ramon Talavera Franco.

Wednesday, June 8, 2011

Biografía de Enrique Vila-Matas


Biografía tomada de : http://www.escritores.org/index.php/biografias/196-enrique-vila-matas
Enrique Vila-Matas nació en Barcelona en 1948. En el 68 se fue a vivir a París, autoexiliado del gobierno de Franco y buscando mayor libertad creativa. El apartamento donde se instaló se lo alquiló la escritora Marguerite Duras. Durante estos años subsistió realizando pequeños trabajos como periodista para la revista "Fotogramas", e incluso colaboró como figurante en una película de James Bond.
Se hizo escritor tratando de imitar a otro autor, que consideraba raro "del que no había leído una sola línea pero del que conocía en detalle todas sus rarezas, el polaco Witold Gombrowicz". Cuando finalmente leyó a Gombrowicz "pude advertir que no me parecía en nada a él, y descubrí de paso que había desarrollado una voz propia y singular".
Vila-Matas publicó su primer libro: "La asesina ilustrada" en 1977, desde entonces no ha dejado de escribir quizás porque, según ha dicho él mismo, “escribir es corregir la vida, es la única cosa que nos protege de las heridas y los golpes que da la vida.”

Enrique Vila-Matas.Image via Wikipedia
Con la publicación de su "Historia abreviada de la literatura portátil" comenzó a ser reconocido y admirado en el ámbito internacional, especialmente en los países latinoamericanos y en Portugal.
Sus obras son mezcla de ensayo, crónica periodística y novela. Su literatura, fragmentaria e irónica, diluye los límites de la ficción y la realidad.
Rodrigo Fresán escribió que “una forma más tonta que extraña de definir a Vila-Matas sería afirmar que se trata del más argentino de los escritores españoles. Después de todo, allí están la manía referencial y el siempre dúctil aparato enciclopédico, el humor en serio, los juegos metaficcionales donde el autor es siempre protagonista, las apelaciones cómplices a su lector, y el tránsito cosmopolita, constante y sin compromiso, por las bibliotecas y las ciudades”.
Ha desarrollado una amplia obra narrativa que se inicia en 1973 y que hasta la fecha ha sido traducida a nueve idiomas. Actualmente es uno de los narradores españoles más elogiados por la crítica nacional e internacional, aunque los premios y el reconocimiento en España le han llegado tardíamente.
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Tuesday, June 7, 2011

"Alma Desnuda" por Alfonsina Storni

Para leer y escuchar el ejercicio de ocho palabras respecto a este poema, haga click aquí.

Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.

"Héroe de autobús" de Enrique Vila-Matas


Héroe de autobús

Enrique Vila-Matas 
Tomado de: El Blog de Norberto José Olivas (31-jul-2011)
Para leer el ejercicio relacionado con este cuento, haga clic aquí.

Un 26 de octubre de 1987 compré en Barcelona Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau. No sabía nada de su contenido y me pareció que había llegado el momento de conocerlo, las mejores mentes de mi generación hablaban muy bien del libro.
Subí con mi ejemplar recién comprado de Ejercicios de estilo al autobús de la línea 24, que debía dejarme en casa. Compré un billete y, por temor a que después me lo pidiera el revisor y no lo encontrara, me lo puse en la boca; pensé que así lo tendría más a la vista del inspector si éste se presentaba. En aquellos días, tenía miedo de los revisores, de los inspectores, de los interventores, de toda una serie de profesiones que me intimidaban.
A mitad de trayecto, empecé a hojear distraídamente Ejercicios de estilo y vi que el libro narraba, con cien estilos diferentes, siempre la misma anécdota trivial. Sería trivial, pero la historia, contada de cien modos distintos, me divirtió cien veces y muchísimo, seguramente porque además la anécdota sucedía en gran parte en un autobús y yo iba en aquel momento en un autobús, y quizás por eso me entró tan rápida la anécdota en la cabeza, como si yo circulara por ahí con un calzador, no un calzador para los zapatos, sino un calzador para leer en los autobuses las historias que pasaban en ellos.
La historia era tontísima, pero me fascinó una barbaridad. En un autobús de París, un joven con sombrero de fieltro y cuello estirado se enfadaba cada vez que la gente bajaba del vehículo porque había un pasajero -siempre el mismo- que aprovechaba la circunstancia para pisarle. Se producía una estúpida bronca, hasta que el pasajero protestador y llorón encontraba un sitio libre y se sentaba. Dos horas después, el narrador encontraba casualmente al mismo joven imbécil, ahora en la plaza de Roma; estaba sentado en un banco con un compañero, no menos idiota, que le decía: "Deberías hacerte poner un botón más en el abrigo".
La anécdota era sumamente trivial pero era contada de cien formas distintas y se aprendía mucho a escribir y, sobre todo, a descubrir cuál era nuestro propio estilo. La historia era estúpida, pero el hecho de que arrancara en un transporte público me dejó atrapado en ella desde el primer momento y hasta miraba a mi alrededor para ver si en mi autobús había algún joven mentecato al que, a la menor oportunidad, la gente pisara con saña.
Tan fascinado quedé con mis Ejercicios de estilo que, sin darme cuenta y por la satisfacción misma que me iba produciendo leer aquello que podía estar pasando en el mismo autobús en el que viajaba, fui chupando como un loco el billete y al final me lo tragué. Cuando llegó el revisor, de nada me sirvió decirle que me lo había tragado por culpa de una historia idiota que había estado leyendo y que me había hecho reír mucho. La multa fue de órdago.
En aquellos días, no sólo tenía miedo de revisores y fiscalizadores, sino que, además, tenía la impresión -y así lo escribía continuamente- de que a mí me pasaban cosas raras. Hoy en día, ya no puedo decir lo mismo porque el mundo en los últimos tiempos se ha vuelto tan absolutamente extraño que es difícil que algo no nos parezca raro. Ya nada de lo que se nos presenta hoy como normal nos lo parece. Pero es cierto que en aquellos tiempos, hacia 1987, tenía la sensación de que muchas veces me sucedían cosas fenomenalmente raras. Por ejemplo, no muchas semanas después de haber subido al autobús de la línea 24 con aquel libro de Raymond Queneau, subí un día a otro 24 con un libro de cuentos de Sergi Pàmies recién comprado y al ponerme a leerlo -cómodamente sentado en ese lugar que yo consideraba que era el ideal, situado en lado pasillo del conjunto de dos asientos con balcón que se asoma a la plataforma de salida y permite tener un buen punto de observación al tiempo que estar cerca de la salida- me encontré con un relato en el que, si ahora no recuerdo mal, un joven iba en autobús y chupaba su billete hasta acabar comiéndoselo y uno imaginaba que terminaban poniéndole una multa de órdago.
El cuento era extraordinario, pero lo que más me impresionó fue que la anécdota que contaba ya la hubiera vivido yo antes. Si a eso añadimos que la leí en un autobús, resulta fácil imaginar lo atrapado que quedé en ese cuento, hasta el punto de que volví a tragarme mi billete, aunque en esta ocasión no hubo revisor, pues me bajé en la primera parada que hizo el autobús. Al bajarme, me acordé de Pere Calders, magnífico cuentista y hombre extraordinariamente tímido, que, según había contado él mismo, no apretaba nunca el botón rojo con el que los pasajeros anuncian al conductor que se bajan en la siguiente parada, pues prefería esperar siempre que lo hiciera antes alguien por él. Si nadie tocaba el botón y veía que sólo él iba a descender, prefería no bajar y esperar a la siguiente: como tímido que era no se atrevía a hacer que todo un autobús parara sólo porque él tenía que bajarse.
No soy tan tímido como él, pero, desde que conozco esa historia de Calders, jamás he obligado a un autobús a parar sabiendo que seré yo el único que baje. Actúo así no por timidez, si no por transformarme en algunos viajes en personaje de Calders cuando no en Calders mismo. Me gusta ser héroe modesto de autobús, y de eso, sin duda, los señores Queneau y Pàmies tienen toda la culpa. Casi creo verlo anunciado: Queneau y Pàmies, compañía moderna de autobuses. Un día me cambiaré a esa compañía y pararé un autobús entero para bajarme yo solo en una de sus paradas.

ELPAÍS.COM

Thursday, June 2, 2011

"Margarita o el poder de la farmacopea" por Adolfo Bioy Cásarez

Para leer el cuento relacionado con este ejercicio, haga click aquí.
Comparto con ustedes  las ocho palabras que el grupo ¡Y qué me cuentas!  eligió para escribir una pequeña historia después de haber leído el cuento: "Margarita o el poder de la farmacopea" por Adolfo Bioy Cásarez.

1. Jengibre
2. Triunfo
3. Esperanza
4. Aliviar
5. Animar
6. Ternura
7. Traslucir
8. Recuerdo

La historia que escribieron, es la siguiente:

Recuerdo un triunfo que tuvo en mi niñez.  Un hombrecillo de jengibre me desafrió a una carrera.  Me animé con esperanza.  Perdí la carrera.  Los piernas traslucían la ternura que tenía por el hombrecillo.

Ahora es el turno de ustedes. Usen las mismas ocho palabras y escriban una historia. Súbanla al blog haciendo click en el link que dice "comments".